LOS PAÍSES CON LAS MEDIDAS MÁS DURAS CONTRA LA INMIGRACIÓN
Andrea Graells Tempel
AFP
Algunos
países han aplicado en los últimos años duras y polémicas medidas para frenar
la inmigración. Estos son algunos de los casos más conocidos.
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El muro de Trump en Estados Unidos -
El
presidente estadounidense Donald Trump, que convirtió la inmigración en uno de
sus principales temas de campaña, firmó al llegar al poder un decreto para
construir un muro contra la inmigración de 1.600 km en la frontera con México,
que quiere hacer pagar a su vecino del sur, que lo rechaza.
A
principios de 2018, Trump pidió al congreso 25.000 millones de dólares para
garantizar la seguridad de toda la frontera pero solo obtuvo 1.600 millones por
un muro de una decena de metros en las dos zonas más pobladas.
En
mayo, el presidente también desató una polémica al separar a 2.300 menores de
sus padres, en aplicación de una política de "tolerancia cero" con la
emigración clandestina, aunque finalmente dio marcha atrás.
Antes
de las elecciones de medio mandato de noviembre, cuando miles de migrantes
huían de la violencia y de la miseria en América Central y se dirigían hacia
Estados Unidos, habló de una "invasión" y aseguró, sin dar pruebas,
que entre los migrantes había "criminales y personas de Oriente
Medio".
En
noviembre, envió a miles de militares a la frontera y amenazó con cerrarla
totalmente.
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Náufragos rechazados en Italia -
Italia,
la principal puerta de entrada de los migrantes que llegan a Europa por el
Mediterráneo, tiene en principio que aplicar los acuerdos de Dublín, que
obligan al país europeo donde un migrante llega primero a gestionar su caso
hasta el final.
Desde
la llegada al poder este año de un gobierno de coalición entre la extrema
derecha y un partido antisistema, Matteo Salvini, ministro del Interior y jefe
de La Liga (extrema derecha), cerró la entrada a los puertos italianos de los
barcos humanitarios que rescatan a los migrantes en el Mediterráneo.
En
noviembre, Italia adoptó un polémico decreto-ley que endurece su política de
inmigración, con permisos de residencia más cortos y un procedimiento de
urgencia para expulsar a los migrantes considerados "peligrosos".
Desde
enero, el número de llegadas a las costas italianas registró una caída de más del
80% en relación a los años anteriores, hasta 23.011 personas, según un balance
publicado en diciembre de la Organización Internacional para las Migraciones
(OIM).
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Alambre de espino en Hungría -
El
primer ministro húngaro, Viktor Orban, hostil a la emigración que según él
puede "diluir" la identidad húngara y europea, hizo instalar en 2015
alambres de espino en cientos de kilómetros en la frontera con Serbia y Croacia
para frenar la llegada de refugiados que huyen de las guerras en Oriente Medio.
Hungría
tiene además una de las legislaciones más restrictivas de Europa.
Orban
se opone al plan de repartición de refugiados de la Unión Europea (UE) y
organizó en 2016 un referéndum en el que ganó el "no" a la acogida de
migrantes, pero con una participación insuficiente para ratificar el resultado.
La
Comisión Europea lanzó varios procesos de infracción contra Hungría, sobre todo
por no respetar la legislación europea en materia de asilo, y una ley que
condena con penas penales ayudar a los migrantes.
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Campos de migrantes en Australia -
En
2017, el número de migrantes acogidos en Australia con visados permanentes cayó
a su mínimo nivel en diez años (162.000), el resultado de una política que sólo
acepta a los mejores candidatos, según el gobierno.
Desde
2013 el gobierno rechaza sistemáticamente en el mar los barcos de migrantes
clandestinos, muchos de ellos procedentes de Afganistán, Sri Lanka y Oriente
Medio, una política que denuncias las oenegés.
Los
que a pesar de todo logran llegar, son enviados a la isla de Nauru o a la de
Manus, en Papúa Nueva Guinea. Incluso si su demanda es lícita, no les aceptan
en territorio australiano.
El
gobierno asegura que así salva vidas porque disuade a los migrantes de
emprender el peligroso viaje. Las llegadas de barcos, que antes eran casi
diarias, han disminuido muchísimo.
Frente
a las críticas, el gobierno ha empezado a evacuar a los niños de Nauru, donde
los migrantes viven en campos, en algunos casos desde hace al menos cinco años,
una situación que provoca depresiones e intentos de suicidio, niños incluidos.


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